Y en ese momento lo decidí. Tenía miedo, estaba realmente asustada, y salí corriendo.
No tenía un destino fijo, nunca lo tuve y nunca llegué a él, simplemente me dediqué a correr lo más lejos posible de todo, de todos.
Dejé todo atrás, los sentimientos, las rayadas, fui más rápida que el tiempo y conseguí hacerme inmune a todo, conseguí que el mundo me diese igual.
Me sentía bien, ya nadie podría conmigo, nadie tendría la oportunidad de hundirme, nadie tendría el valor de alcanzarme, nadie tendría el honor de hacerme daño.
Era sencillo, cobarde, pero sencillo.
Pero entonces llegó él, y se propuso alcanzarme. Corrí más rápido, pero pudo conmigo, me frenó en seco y me enseñó que, cuando frenas, tienes la oportunidad de pensar tu camino, de tener un destino, de ser feliz, que también puedes darte la hostia, que también te pueden hacer daño, pero que vale la pena intentarlo.
Y tenía razón. Ya no quiero salir corriendo, estoy donde, cuándo, y cómo quiero estar. Aquí, ahora, así. Asumo el riesgo de que me hagan daño, de que quizá, las cosas no salgan bien, de que si vivo así, el dolor me puede alcanzar, pero me da igual, porque cuando quieres algo, a veces hay que sufrir, pero siempre hay que luchar.
No tenía un destino fijo, nunca lo tuve y nunca llegué a él, simplemente me dediqué a correr lo más lejos posible de todo, de todos.
Dejé todo atrás, los sentimientos, las rayadas, fui más rápida que el tiempo y conseguí hacerme inmune a todo, conseguí que el mundo me diese igual.
Me sentía bien, ya nadie podría conmigo, nadie tendría la oportunidad de hundirme, nadie tendría el valor de alcanzarme, nadie tendría el honor de hacerme daño.
Era sencillo, cobarde, pero sencillo.
Pero entonces llegó él, y se propuso alcanzarme. Corrí más rápido, pero pudo conmigo, me frenó en seco y me enseñó que, cuando frenas, tienes la oportunidad de pensar tu camino, de tener un destino, de ser feliz, que también puedes darte la hostia, que también te pueden hacer daño, pero que vale la pena intentarlo.
Y tenía razón. Ya no quiero salir corriendo, estoy donde, cuándo, y cómo quiero estar. Aquí, ahora, así. Asumo el riesgo de que me hagan daño, de que quizá, las cosas no salgan bien, de que si vivo así, el dolor me puede alcanzar, pero me da igual, porque cuando quieres algo, a veces hay que sufrir, pero siempre hay que luchar.
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