Miedos ...
Tuvo que llegar, no había manera de evitarlo. Era demasiado perfecto para que no tuviera un "pero"... Ahí vuelve, esa sensación que tanto odio, esa estúpida contradicción que me hace pensar incluso que no te quiero... no, mejor, que no quiero quererte... Ese maldito miedo que me incita a pensar que estoy mejor sola, que no necesito amor en mi vida, que la única manera de que nadie me haga daño es reducir mis lazos sentimentales a idiotas de una noche, de los que al día siguiente no recuerdo ni el nombre, ni ganas. No te voy a mentir, a veces pienso que eso es lo mejor. Cobarde, pero efectivo. Y sí, sé que me vas a decir que eso solo puede dejarme vacía por dentro, que al final voy a sentirme utilizada, una estúpida muñeca con cara bonita ... Ya lo sé, ¿cuántas noches crees que he pasado ya sentada en el borde de una cama extraña, preguntándome qué coño hago ahí, después de haberme saciado de unos labios que solo sabían a desesperación? Yo te lo digo, muchas. Tantas como noches sola, en mi cama, gastando horas en vela, sin poder dormir, por el simple hecho de que no tengo con quien soñar... Vacía, si, esa es justo la palabra. Claro que no me gusta sentirme así, ¿qué te crees? Pero es que es la opción más fácil. Escondo mis miedos detrás de unos labios pintados, un escote estratégicamente marcado y una sonrisa fingida, que pretenda demostrar que soy feliz así. Mentira. No lo soy, nunca lo fui. Pero era la opción menos dolorosa. Convencer a todos, incluso a mi misma, de que no tenía sentimientos, ni los necesitaba, era la barrera que me protegería de amores imposibles con sonrisas perfectas que acabarían por destruirme. Cobarde. Lo admito. Pero la culpa la tiene el maldito miedo. La estúpida sensación de sentirme vulnerable cuando me enamoro. No quería enamorarme. No quiero enamorarme. Pero claro, ¿a ti eso qué te importa? Tú llegas, con tu sonrisa perfecta, y me enamoro de ti. Y depongo las armas sin ni siquiera luchar. Y ni siquiera intento una maniobra defensiva, con mi excusa frecuente de que solo serás una noche. Desde el principio me doy cuenta de que serás más que eso, mucho más. Me rindo sin plantar batalla. Total, no tiene sentido. Me desarmaste con una sonrisa. Tú, conquistador por casualidad, me invades pacíficamente con cada palabra que sale de tu boca, tomas por rehén a mi mirada, que se cuelga de la tuya sin oponer resistencia, conquistas mi sonrisa, que se subordina a la tuya sin intención de rebelarse. Y cuando tu boca estuvo a dos milímetros de la mia, en silencio, y sin que tú lo supieras, juré que sería de por vida esclavo de tus labios, y sellé mi juramento de lealtad con el beso que te di, ese que me hizo perder el poco juicio que me quedaba. Tú ganas. Bandera blanca al corazón. ¿Y ahora? Ahora tengo miedo. Porque tú has desmontado mi estrategia, y me has hecho vulnerable. Porque ya no tengo armas para defenderme. Porque puedes hacerme daño en cualquier momento, incluso sin saberlo. Mucho daño. Y eso me aterra. Porque estoy sintiendo, cosas, no sé qué es, no sé explicarlo exáctamente... es el mundo que se para cuando estoy contigo, es la tierra que tiembla cuando me besas, todo mi alrededor que da vueltas cuando me tocas, que todo lo que exista para mi sea tu sonrisa ... Porque sé que eres distinto, diferente a cualquier idiota que haya conocido antes. Porque apostaría a que nunca nadie me ha hecho sentirme así, nadie ha conseguido que me rinda tan fácilmente. Porque siento tanto miedo, que podría estar noches enteras intentando contarlo, ponerlo en palabras, y no acabaría nunca. Miedo a perderte, a que algo falle, a que nos desilusionemos, a no ser lo que esperas, a que tú no seas lo que yo necesito... a todo y a nada. Porque creo que te quiero. Porque no sé si tú me quieres. Y eso me asusta.
**Mio (L)
No hay comentarios:
Publicar un comentario