6 mar 2011

[ Una simple cerilla ]

Uno de los venenos más dulces de los que se sirve la naturaleza para inmovilizarnos es la melancolía. Te inyecta no sé qué en la sangre que te lleva a pensar que el mundo entero es un muladar, pero a ti plín, como si se la machaca con un piano. Lo único que quieres es que el mundo se pare y bajarte en la próxima. Todo es tiniebla e indiferencia. Yo la he visto y me he perdido en ella. Pero un día, hace de esto muchísimos años, el poeta Benito Estrella me enseñó algo. Apagó las luces de una sala considerable, encendió una simple cerilla y la oscuridad retrocedió, haciendo un gran círculo sobre nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario